El
virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos
ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del
Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada
cerca del río Ebola, que da nombre al virus.
El
género Ebolavirus es, junto con los géneros Marburgvirus y
Cuevavirus, uno de los tres miembros de la familia Filoviridae
(filovirus).
TRANSMISIÓN
El
virus del Ebola se introduce en la población humana por contacto
estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos
corporales de animales infectados. En África se han documentado
casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés,
gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines
infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.
Posteriormente,
el virus se propaga en la comunidad mediante la transmisión de
persona a persona, por contacto directo (a través de las membranas
mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos,
sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas
infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por
dichos líquidos.
Las
ceremonias de inhumación en las cuales los integrantes del cortejo
fúnebre tienen contacto directo con el cadáver también pueden ser
causa de transmisión. Los hombres pueden seguir transmitiendo el
virus por el semen hasta siete semanas después de la recuperación
clínica.
La
infección del personal sanitario al tratar a pacientes con EVE ha
sido frecuente cuando ha habido contacto estrecho y no se han
observado estrictamente las precauciones para el control de la
infección.
Entre
los trabajadores que han tenido contacto con monos o cerdos
infectados por el RESTV se han registrado varios casos de infección
asintomática. Por tanto, parece que esta especie tiene menor
capacidad que otras de provocar enfermedad en el ser humano.
Sin
embargo, los datos recopilados al respecto solo se refieren a varones
adultos sanos, y sería prematuro extrapolarlos a todos los grupos de
población, como los pacientes inmunodeprimidos o con trastornos
médicos subyacentes, las embarazadas o los niños. Son necesarios
más estudios sobre el RESTV antes de que se puedan sacar
conclusiones definitivas sobre su patogenicidad y virulencia en el
ser humano.
SIGNOS Y SÍNTOMAS
La
EVE es una enfermedad vírica aguda grave que se suele caracterizar
por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores
musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos,
diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en
algunos casos, hemorragias internas y externas. Los resultados de
laboratorio muestran disminución del número de leucocitos y
plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.
Los
pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la
sangre y las secreciones. El virus del Ebola se ha aislado en el
semen hasta 61 días después de la aparición de la enfermedad en un
caso de infección contraída en el laboratorio.
El
periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la
aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días.
DIAGNÓSTICO
Antes
de establecer un diagnóstico de EVE hay que descartar el paludismo,
la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la leptospirosis, la
peste, las rickettsiosis, la fiebre recurrente, la meningitis, la
hepatitis y otras fiebres hemorrágicas víricas.
Las
infecciones por el virus del Ebola solo pueden diagnosticarse
definitivamente mediante distintas pruebas de laboratorio, a saber:
- prueba de inmunoadsorción enzimática (ELISA);
- pruebas de detección de antígenos;
- prueba de seroneutralización;
- reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR);
- aislamiento del virus mediante cultivo celular.
Las
muestras de los pacientes suponen un enorme peligro biológico, y las
pruebas tienen que realizarse en condiciones de máxima contención
biológica.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
No
hay vacuna contra la EVE. Se están probando varias, pero ninguna
está aún disponible para uso clínico.
Los
casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar
deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral
con soluciones que contengan electrólitos.
Tampoco
hay ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando
nuevos tratamientos farmacológicos.
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